domingo, 29 de mayo de 2016

Constitución española de 1812


La promulgación de la Constitución de 1812, obra deSalvador Viniegra (Museo de las Cortes de Cádiz).
La Constitución española de 1812 o Constitución de Cádiz,2 conocida popularmente como la Pepa,3 nota 1 fue promulgada por lasCortes Generales españolas reunidas extraordinariamente en Cádiz el 19 de marzo de 1812. Se le ha otorgado una gran importancia histórica por tratarse de la primera Constitución promulgada en España,nota 2 además de ser una de las más liberales de su tiempo.
Oficialmente estuvo en vigor solo dos años, desde su promulgación hasta su derogación en Valencia el 4 de mayo de 1814, tras el regreso a España del borbón Fernando VII.5 Posteriormente se volvió a aplicar durante el Trienio Liberal (1820-1823), así como durante un breve período en 1836-1837, bajo el gobierno progresista que preparaba la Constitución de 1837. Sin embargo, apenas si entró en vigor de facto, puesto que en su período de gestación buena parte de España se encontraba en manos del gobierno afrancesado de José I Bonaparte, otra en mano de juntas interinas más preocupadas en organizar su oposición a José I y el resto de los territorios de la Corona española, losvirreinatos, se hallaban en un estado de confusión y vacío de poder causado por la guerra contra el invasor.
La Constitución establecía la soberanía en la Nación —ya no en el rey—, la monarquía constitucional, la separación de poderes,6 7 la limitación de los poderes del rey, el sufragio universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, la libertad de industria, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos, entre otras cuestiones, por lo que «no incorporó una tabla de derechos y libertades, pero sí recogió algunos derechos dispersos en su articulado». Además, incorporaba la ciudadanía española para todos los nacidos en territorios americanos, prácticamente fundando un solo país junto a las colonias americanas.8
Por el contrario, el texto consagraba a España como Estado confesional católico, prohibiendo expresamente en su artículo duodécimo cualquier otra confesión,9 y el rey lo seguía siendo «por la gracia de Dios y la Constitución».10 Del mismo modo, este texto constitucional no contempló el reconocimiento de ningún derecho para las mujeres, ni siquiera el de ciudadanía11 (la palabra «mujer» misma aparece escrita una sola vez, en una cita accesoria dentro del artículo veintidós), aunque con ello estaban en plena sintonía con la mayoría de la sociedad hispana y europea del momento. Con todo, se le reconoce, en gran estima, su carácter liberal, su afán en la defensa de los derechos individuales, su posicionamiento en querer modificar caducas instituciones propias del Antiguo Régimen, y en general, de recoger medidas regeneradoras enfocadas, con espíritu idealista, en mejorar la sociedad.12

Historia[editar]

Alegoría de la Constitución de 1812,Francisco de Goya, Museo de Estocolmo(conocido así, aunque el cuadro, La Verdad, el Tiempo y la Historia, fue pintado en 1800).
La Constitución de 1812 se publicó hasta tres veces en España —1812, 1820 y 1836—, se convirtió en el hito democrático en la primera mitad el siglo XIX, transcendió a varias constituciones europeas e impactó en los orígenes constitucionales y parlamentarios de la mayor parte de los estados americanos durante y tras su independencia. La Constitución de Cádiz de 1812 provocó limitar el poder de la monarquía, la abolición del feudalismo, la igualdad entre peninsulares y americanos y finalizó la inquisición.
Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones dedicadas a su estudio omiten o minusvaloran la influencia que la revolución liberal y burguesa española tuvo al transformar el imperio colonial español en provincias de un nuevo Estado, y convertir en nuevos ciudadanos a los antiguos súbditos del absolutismo, y que incluía en su definición de ciudadanos españoles no solo a los europeos, o sus descendientes americanos, sino también a las castas y a los indígenas de los territorios de América, lo que se tradujo, en tercer lugar, en su trascendencia para las nacientes legislaciones americanas.13
Las Cortes abrieron sus puertas el 24 de septiembre de 1810 en el teatro de la Isla de León para, posteriormente, trasladarse al oratorio de San Felipe Neri, en la ciudad de Cádiz. Allí se reunían los diputados electos por el decreto de febrero de 1810, que había convocado elecciones tanto en la Península como en los territorios americanos y asiáticos. A estos se les unieron los suplentes elegidos en el mismo Cádiz para cubrir la representación de aquellas provincias de la monarquía ocupadas por las tropas francesas o por los movimientos insurgentes americanos. Las Cortes, por tanto, estuvieron compuestas por algo más de trescientos diputados, de los cuales cerca de sesenta fueron americanos.

Un mismo estado para ambos hemisferios en el XIX[editar]

En los primeros días hubo propuestas americanas encaminadas a abolir el entramado colonial y poner las bases de un mercado nacional con dimensiones hispánicas que abarcaran también a los territorios de América, con disminución de aranceles a los productos americanos, apertura de más puertos coloniales para el comercio, etc. Un proyecto anterior en un siglo a la Commonwealth de Gran Bretaña. Los decretos gaditanos tuvieron una amplia repercusión y trascendencia durante las décadas posteriores, tanto en la península como en América.
La Constitución fue jurada en América, y su legado es notorio en la mayor parte de las repúblicas que se independizaron entre 1820 y 1830. Y no sólo porque les sirvió como modelo constitucional sino, también, porque esta Constitución estaba pensada, ideada y redactada por representantes americanos como un proyecto global hispánico y revolucionario. Parlamentarios como el mexicano Miguel Ramos Arizpe, el chileno Fernández de Leiva, el peruano Vicente Morales Duárez, el ecuatoriano José Mejía Lequerica, entre otros, en los años posteriores se convirtieron en influyentes forjadores de las constituciones nacionales de sus respectivas repúblicas.
Sin duda, a ello contribuyó la fluida comunicación entre América y la península, y viceversa: cartas privadas, decretos, diarios, periódicos, el propio Diario de Sesiones de Cortes, panfletos, hojas volantes, correspondencia mercantil, literatura, obras de teatro, canciones patrióticas, etc., que a bordo de navíos españoles, ingleses o neutrales informaban sobre los acontecimientos ocurridos en uno y otro continente. Hubo ideas, pero también hubo acción, dado que se convocaron procesos electorales municipales, provinciales y a Cortes, y se verificaron las elecciones, lo cual provocó una intensa politización en ambos espacios.
Asimismo, el envío de numerario por parte de consulados de comercio, dueños de minas, hacendados, recaudaciones patrióticas, etc., al Gobierno peninsular fue constante, e imprescindible para pagar la intervención de los ingleses, así como el armamento de las partidas guerrilleras tras la derrota del ejército español en la batalla de Ocaña, el 19 de noviembre de 1809.
Es importante insistir en que estas medidas contaban con el respaldo de las mayor parte de la burguesía criolla americana, partidaria de los cambios autonomistas y no necesariamente de una independencia que implicase la ruptura completa con la Monarquía.

Código hispano[editar]

El producto de este intento de revolución fue una constitución con caracteres nítidamente hispanos. Los debates constitucionales comenzaron el 25 de agosto de 1811 y terminaron a finales de enero de 1812. La discusión se desarrolló en pleno asedio de Cádiz por las tropas francesas, una ciudad bombardeada, superpoblada con refugiados de toda España y con una epidemia de fiebre amarilla. El heroísmo de sus habitantes queda para la historia.
La redacción del artículo 1 constituye un claro ejemplo de la importancia que para el progreso español tuvo América. Fue el primero, y por ello, el más importante. Este es su famoso texto:
La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios
La construcción queda definida desde parámetros hispanos. La revolución iniciada en 1808 adquiría, en 1812, otros caracteres especiales que los puramente peninsulares. Aludía a unas dimensiones geográficas que compondrían España, la americana, la asiática y la peninsular. La Nación española quedaba constitucionalmente definida.

Derechos y colonias[editar]

La cuestión americana estaba planteada, por tanto, desde el primer artículo. El Estado liberal tenía parámetros ultraoceánicos. La problemática de su realización se evidenció en la discusión de la redacción de los artículos 10 y 11. Por el primero se estableció entre americanos y peninsulares un primer acuerdo para organizar en provincias el nuevo Estado. Es notorio que esta primera redacción contó con el rechazo de los americanos, disconformes con la manifiesta diferencia numérica a favor de las provincias peninsulares frente a las americanas (que equivalían aproximadamente a cada Virreinato o Capitanía General, mientras que las provincias peninsulares se identificaban con los reinos históricos de España).
Esto se convertiría en una cuestión política, ya que los americanos reclamaban un mayor número de provincias y una organización del Estado que se aproximase al federalismo. El artículo 11 solventó coyunturalmente el problema: tras un intenso debate, se decidió retrasar la estructura definitiva del Estado para una posterior ley, cuando las «circunstancias de la nación» —la urgencia en la metrópoli de combatir la invasión francesa, la urgencia americana de luchar con la insurgencia— garantizaran una discusión sosegada. La Cámara reconocía en la práctica su incapacidad para definir los territorios de su Estado. Y este problema sobrevenía, insistamos, por la incorporación de América como un conjunto de provincias en igualdad de derechos y de representación en el Estado nacional hispano.
Otros artículos fueron especialmente significativos, como el 18 y el 29. En el primero se decía que «Son ciudadanos aquellos españoles que por ambas líneas traen su origen de los dominios españoles de ambos hemisferios, y están avecindados en cualquier pueblo de los mismos dominios», y en el segundo, al explicitar el art. 28 («La base para la representación nacional es la misma en ambos hemisferios»), se dice que «Esta base es la población compuesta de los naturales que por ambas líneas sean originarios de los dominios españoles, y de aquellos que hayan obtenido de las Cortes carta de ciudadano, como también de los comprendidos en el art. 21».
Nación española en ambos hemisferios según la Constitución de 1812.
De especial trascendencia fueron los artículos constitucionales referidos a ayuntamientos y diputaciones provinciales, en cuya redacción la comisión adoptó la Memoria presentada por Miguel Ramos de Arizpe, diputado por Coahuila, para la organización y gobierno político de las Provincias Internas del Oriente deNueva España. Fue de vital importancia para desentrañar un aspecto importante del proceso revolucionario de la península y América, como fue, a partir de sanción constitucional, la creación de ayuntamientos en todas las poblaciones que tuvieran al menos 1000 habitantes. La propuesta provino del propio Miguel Ramos de Arizpe. Esto provocó una explosión de ayuntamientos en la península y, especialmente, en América, al procederse, tras la aprobación de la Constitución, a convocar elecciones municipales mediante sufragio universal indirecto y masculino. Eso constituiría un aspecto clave para la consolidación de un poder local criollo y un ataque directo a los derechos jurisdiccionales, privilegiados, de la aristocracia, aspecto fundamental para acabar con el régimen señorial en la península y con el colonial en América. Ese respaldo americano a la Constitución se articuló a través de su promulgación por autoridades locales y vecinos en cabildos abiertos, en cuya conmemoración proliferaron plazas y monumentos dedicados a la Constitución por todo el continente americano. Sin embargo, tras el vuelco absolutista de Fernando VII en 1814, fueron destruidos la mayoría de ellos, y con los procesos de independencia en Iberoamérica tan sólo han quedado algunas plazas caso de Montevideo y el Zócalo de la Ciudad de México y un par de monumentos documentados: el de Ciudad de San Agustín de la Florida Oriental, y Comayagua en Honduras.14

Consecuencias de su abolición[editar]



La revolución iniciada en Cádiz suscitó la contrarrevolución fernandina. El 4 de mayo de 1814 el recién restaurado rey Fernando VII decretó la disolución de las Cortes, la derogación de la Constitución y la detención de los diputados liberales, entre los que se encontraba el diputado Ramón Olaguer Feliú. Comenzaba el regreso del absolutismo. El día 10 el general Eguía tomó Madrid militarmente proclamando a Fernando como rey absoluto. Previamente, se había gestado todo un clima de bienvenida popular.
Fernando VII se opone a los decretos y a la constitución de las Cortes de Cádiz porque significan el paso de un Estado absolutista a unoconstitucional. Es obvio, pero también hay que subrayarlo con énfasis, porque tras los decretos de igualdad de derechos y de representación, tras una constitución para «ambos hemisferios», y tras decretar la constitución de un Estado nacional en el cual los territorios americanos se integraban como provincias, la Corona perdía no sólo su privilegio absoluto sobre el resto de individuos, sino las rentas de todo el continente americano que pasaban directamente a poder del aparato administrativo estatal y no del monarca, al establecer el nuevo Estado nacional una sustancial diferencia entre la «hacienda de la nación» y la hacienda real. No podría consentirlo Fernando VII.
Por otra parte, la representación política y la igualdad de derechos de los americanos se tradujo en una reivindicación de soberanía que colisionaba con la nacional, al estar ésta concebida por los liberales peninsulares como única, central y soberana. El conflicto se estableció no solo entre un rey absoluto y la soberanía nacional y sus instituciones y representantes sino también entre una concepción centralista del Estado (basada en el gobierno de Madrid) y una descentralizada. Nada nuevo en el universo de las revoluciones burguesas, podría concluirse, pero la cuestión es que no era, estrictamente, sólo una revolución española, si se precisan no sólo la nacionalidad sino también los territorios del Estado en cuestión.
Hasta la década de 1820, la mayor parte del criollismo era autonomista, no independentista. Podía asumir una condición nacional española, pero a cambio de un autonomismo en América para todas las cuestiones de política interna, lo que implicaba la descentralización política y las libertades económicas. Para lograr sus pretensiones, los americanos planteaban una división de la soberanía a tres niveles: la nacional, representada en las Cortes; la provincial, depositada en las diputaciones; y la municipal, que residía en los ayuntamientos. Esta triple división de la soberanía, combatida por los liberales peninsulares, se legitimaba en los procesos electorales. Con estas propuestas, el autonomismo americano estaba planteando un Estado nacional no sólo con caracteres hispanos, sino también desde concepciones federales.
Los americanos depositaron toda la organización del Estado en la capacidad representativa y administrativa de las diputaciones provinciales como instituciones capaces de canalizar, administrar y recaudar las pretensiones y necesidades del criollismo de cada provincia. Esto provocó una doble reacción: por una parte el rey se opuso al federalismo, dado que los Estados que eran federales o confederales tenían la república como forma de Estado: los Estados Unidos de América y Suiza. Pero además, federalismo era sinónimo, en aquellos momentos, dedemocracia, asociada a elementos de disolución del Estado absolutista, y por ende tachados de «anárquicos». En segundo lugar, la propuesta federal de los americanos provocó una reacción cada vez más centralista entre los liberales peninsulares, que insistían en que la soberanía nacional (al ser indivisible) no podía delegarse en modo alguno en diputaciones provinciales y la maquinaria administrativa debería ser manejada sólo desde la Península.
Tras la década absolutista, frustrada la opción autonomista gaditana, el nacionalismo ultramarino optó por la insurrección armada, lo que condicionó la situación final revolucionaria española hasta el triunfo de las independencias continentales americanas en 1825.



Resumen del 2 de Agosto de 1810


frente a esto, y cansados de los atropellos de los soldados realistas, recién llegados, el pueblo de Quito decidió apoyar a los patriotas implicados en la junta soberana, y se organizó para liberarlos de los calabozos del cuartel de la real audiencia de Quito.

El 2 de agosto de 1810 a las 13:30, con el repique de las campanas se inició la arremitida, aprovechando el almuerzo de los soldados. Tras la señal, los quiteños irrumpieron en el cuartel y lograron liberar a varios patriotas. Los soldados realistas reaccionaron, y el ejército granadino de un cañonazo tumbó la pared que dividía los patios para apoyar al ejército limeño.


Masacre del 2 de Agosto de 1810

Entonces, sobrevino la matanza tristemente recordada del 2 de agosto de 1810, uno a uno y a sangre fría, los próceres fueron asesinados en sus celdas. El coronel Juan Salinas, el doctor Manuel Rodríguez de Quiroga, el presbítero José Luis Río Frío, Mariano Villalobos, el doctor Juan Pablo Arenas auditor de guerra, don Antonio Olea escribano, el doctor Juan de Dios Morales y el capitán José Vinueza, entre otros, fueron masacrados.

Mientras se terminaba con la vida de casi todos los líderes de la insurrección de 1809, algunos lograron perforar una pared de las mazmorras, para alcanzar un colector de agua de la quebrada sanguña, consiguiendo escapar y salvar sus vidas.

La violencia se generalizó en la ciudad, y los cadáveres de soldados y civiles quedaron en las calles, plazas y quebradas. En resumen sumaron alrededor de trescientas víctimas entre los dos bandos.

Este hecho conmovió a Simón Bolívar quien declaró guerra a muerte a España como respuesta a los crímenes del gobierno.

VIDA DE SIMÓN BOLÍVAR



Simón Bolívar

Participó en la fundación de la Gran Colombia, nación que intentó consolidar como una gran confederación política y militar enAmérica, de la cual fue presidente. Bolívar es considerado por sus acciones e ideas el Hombre de América y una figura de laHistoria Universal. Dejó un legado político en los países latinoamericanos, algunos de los cuales lo han convertido en objeto de veneración nacionalista. Ha recibido honores en varias partes del mundo a través de estatuas, monumentos, parques, plazas, etc. Sus ideas dieron origen a una corriente política llamada bolivarianismo.
En 1813 le fue concedido el título honorífico de Libertador por el Cabildo de Mérida en Venezuela, que, tras serle ratificado enCaracas ese mismo año, quedó asociado a su nombre. Los problemas para llevar adelante sus planes fueron tan frecuentes que llegó a afirmar de sí mismo que era «el hombre de las dificultades» en una carta dirigida al general Francisco de Paula Santander en 1825.

viernes, 6 de mayo de 2016


EUGENIO DE SANTA CRUZ Y ESPEJO



VIDA DEL FILOSOFO ECUATORIANO EUGENIO DE SANTA CRUZ Y ESPEJO

BIBLIOGRAFIA



Eugenio de Santa Cruz y Espejo nació 21 de febrero de 1747, en Quito, Ecuador y murio el 27 de diciembre de 1975, después de estar encarcelado en Quito. Fue un prominente investigador científico, medioco, escritor, abogado, pensador, pensador, quiteño ideólogo político y considerado en Ecuador como  prócer de la independencia.
Fue hijo de un indígena quechua, Luis Chuzig que significa lechuza, el era procedente de Cajamarca de una familia de picapedreros, quien se instaló en Quito como asistente del sacerdote y médico José del Rosario. Su madre fue Catalina Aldás, quien era una mulata nacida en Quito. Al contrario de lo que se piensa Luis Chuzig, no solo fue un simple picapedrero o asistente de José del Rosario, fue además y por sus propios medios un indio culto, que aprendió a leer gracias a la ayuda de Don Luis Benitez de la Torre, Cura y Vicario de Cajamarca, quien a escondidas, instruyó a Luis "Chuzig", ya que en esa época era prohibido, que los indios sepan leer, y este en agradecimiento utilizó el apellido "Benítez", mismo apellido con el que contrajo matrimonio con Catalina Aldás. 
El origen de apellido "Santa Cruz y Espejo" no está aun esclarecido, pero se cree, que fue impuesto por algún español, ya que en esa época, todos los indios evangelizados, se les asignó nombres y apellidos cristianos.
Fue detenido bajo el cargo de ser autor de El retrato de Golilla, un manuscrito "sangriento" y "sedicioso", Espejo fue encarcelado por primera vez en 1787. Pero los cargos resultaron carentes de pruebas y poco tiempo después quedó libre. A partir de aquí, el viaje que por intimación de sus enemigos realizó a Bogotá logró, al contrario de lo que se pretendía, ampliar su audiencia y favorecer nuevos proyectos. Allí hizo amistad con Antonio Nariño y Francisco Antonio Zea, jóvenes intelectuales colombianos, y trabó contacto, así mismo, con Juan Pío Montúfar. Bajo el amparo de este último, Espejo proyectó la conformación de una Sociedad Patriótica cuyo fin sería promover el mejoramiento de Quito.

El 30 de julio fue sacado a la fuerza de la dirección de la Biblioteca Pública y llevado nuevamente a la cárcel donde le calzaron grillos en las piernas y aunque escribió quejándose del maltrato al Virrey de Bogotá, José de Ezpeleta, a quien denunció que la mazmorra era húmeda, fría y maloliente, pidiendo la libertad, no lo consiguió.
Así pasaron varios meses, un año, sin libros ni papeles, defendido por el Dr. Juan de Dios Morales. De vez en cuando se le abrían las puertas a que saliera a atender a algún enfermo distinguido que requería sus servicios, pero era tan malsano el ambiente que enfermó de gravedad, posiblemente de Amebiasis, se puso tan grave que el 20 de diciembre le dejaron salir a la casa en el Mesón donde vivía con su hermana, el 26 otorgó testamento ante el Escribano Mariano Mestanza y falleció el día 27 de solamente 48 años de edad, siendo enterrado al día siguiente en la ermita de San José de la recolección mercedaria del Tejar. Solo acompañaron el sepelio su hermana Manuela, su discípulo el joven José Mejía Lequerica y el Padre La Graña.

Espejo fue un adelantado en todos los órdenes del espíritu. El primero en utilizar métodos auténticamente científicos en su trabajo como médico, en propender sociedades para el adelanto del país, en crear el primer periódico. "Vivió tiempos de transición y angustias, quiso integrarse a la sociedad caduca de su tiempo y como no lo logró por ridículos e injustos prejuicios de nobleza, se volvió un arribista frustrado y luego un rebelde ejemplar, que pretendió bajo el ejemplo del Inca Tupac Amaru, arrebatar el poder a los peninsulares. Hombres cultísimo pues además de haberse graduado de médico y abogado, aprendió raíces griegas, leía en francés y latín.


ESTUDIOS REALIZADOS

Espejo durante su infancia y adolescencia se crió en el ambiente del Hospital de la Misericordia de Quito. 
  • Para 1762 el mestizo quiteño se graduó de bachiller y maestro de filosofía en el Colegio Jesuita de San Gregorio. 
  • En 1767 se recibió como doctor en medicina en la Universidad de Santo Tomás, y en 1770 obtuvo un título en derecho civil y canónico.

Este último período de estudios fue decisivo; en él se añejó lo mejor de su espíritu sarcástico, vibrante y virulento. La formación de Espejo transcurrió entre la influencia del "probabilismo" jesuítico, de los libros hipocráticos y del jansenismo. Fue lector asiduo de Las provinciales, de Blaise Pascal; del Teatro crítico universal, de fray Benito Jerónimo de Feijóo; de La lógica moderna y los libros hipocráticos de Andrés Piquer, y del Método de estudiar del célebre Luís António Verney, más conocido como "el Barbadiño".


En 1772 Espejo empezó a ejercer la medicina en Quito, e inició su sátira y crítica a los responsables de los males imperantes en la ciudad. Años más tarde, en 1785, el Cabildo de Quito le solicitó la redacción de un método para prevenir las viruelas. En el informe que realizó al respecto atribuyó el problema a causas sociales y culturales; afirmó que los responsables de las epidemias contagiosas eran la ignorancia en cuestiones de higiene, las deficientes condiciones sanitarias de la ciudad y hasta la mala formación médica y los propios sacerdotes betlemitas que, sin criterio, dirigían el hospital de Quito.

Política y actividades literarias


Fue nombrado primer director de la biblioteca pública, compuesta por más de 40.000 volúmenes procedentes de los fondos de la Compañia de Jesus, recientemente expulsados. También publicó importantes trabajos de medicina, como las Reflexiones acerca de la viruela (1785), el cual se convertiría en el primer texto científico que refería la existencia de microorganismos (inclusive antes que Louis Pasteur) y que definiría como política de salud conceptos básicos en la actualidad como la asepsia y antisepsia de lugares y personas. Más adelante colaboró en la creación de la Sociedad Patriotica Amigos del Pais de Quito a semblanza de las otras que comenzaban a surgir en España y en las colonias y, sobre todo, editó el primer diario de la ciudad: Primicias de la Cultura de Quito (1972). 

Obras de Eugenio Espejo



La variada y extensa obra de Espejo cubre escritos de tipo científico, literario y político. En 1779, con la intención de fomentar la lectura entre sus contemporáneos, escribió con el seudónimo de don Javier de Cía, Apéstigui y Perochena la obra El nuevo Luciano de Quito o despertador de los ingenios quiteños. El libro consta de nueve diálogos, a través de los cuales se hace un mordaz enjuiciamiento del estado cultural de Quito, examinando los métodos de enseñanza y censurando la limitación del pensamiento; según Menéndez y Pelayo, es la obra crítica más antigua de América del Sur. Su difusión produjo gran revuelo y una andanada de ataques fue contra su autor, pero no faltaron los aplausos aun de elementos eclesiásticos.

Ese mismo año redactó el escrito denominado El retrato de la Golilla, auténtica sátira en contra del rey Carlos III y de su ministro colonial de las Indias, José Gálvez. Ante la insistencia del marqués de Selva Alegre, coterráneo suyo que se interesó en sus proyectos, redactó y publicó en Bogotá su famosoDiscurso sobre el establecimiento en Quito de una sociedad patriótica (1789). En 1785, el Cabildo de Quito, conocedor de la excelencia profesional de Espejo, le encargó la redacción de un método preventivo de la viruela. El resultado de este pedido lo demuestra su obra Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos de las viruelas, considerada como un aporte valioso a la literatura científica sobre las condiciones higiénicas y sanitarias de la América colonial.

Otra obra importante constituyó Marco Porcio Cantón o Memorias para la impugnación del nuevo Luciano de Quito (1780). Para 1792 escribió dos obras de carácter técnico. Memorias sobre el corte de quinasaludía a la necesidad de la conservación y buen uso del árbol de chinchona. La obra titulada Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito, en cambio, se dedica al análisis económico del país a finales del siglo XVIII.

A Espejo también se le atribuyen las Cartas Teológicas. La primera carta, escrita en 1780 en nombre del padre La Graña, trata sobre la historia de las indulgencias dentro de la Iglesia católica, y la segunda, de 1792, sobre la inmaculada concepción de María; en ellas el autor pone de manifiesto el dominio de temas referentes a la religión católica. Tras la fundación de la Sociedad Patriótica en Quito, en 1792, surgió la publicación del periódico quiteño "Primicias de la Cultura de Quito", dirigido por Espejo, medio por el cual se difundieron en la ciudad las ideas de libertad, el incentivo a la educación, la igualdad de derechos y los principios característicos de los pensadores del siglo XVIII.

Se ha sugerido que una obra de Espejo, Cartas riobambenses (1787), puede ser un antecedente de la novela en el Ecuador. El texto, construido a base de cartas que Manuela Monteverde envía a sus protectores y defensores, retrata a una mujer que se rebela ante las formas de la existencia provinciana; para llevar adelante su cometido de "liberación" debe pensar en el matrimonio y buscar un hombre al que pueda manejar a su antojo, a fin de que la saque del hastío y la lleve a la capital. Cuando cree haber hallado al candidato ideal, Manuela (conocida como "la Madamita" por su afición a lo francés y a lo europeo) traba relación con un hombre llamado Vargas, lleno de buenos modales y vestido a la última moda francesa. El relato es también una defensa de los valores femeninos en una sociedad que hostiga y desconoce los derechos y las libertades de la mujer.



Importancia de su obra

Como hemos podido evidenciar a travez del estudio de la vida de este importante filosofo he podido deducir que Eugenio Espejo fue ciertamente un hombre de la Ilustración. Asimiló las ideas que los pensadores modernos echaban a cir­cular desde Europa. Poseía una biblioteca apreciable. Se entusiasmaba con los nuevos libros. Y congregaba en su hogar pobre y so­litario a los jóvenes de Quito, para explicar y comentar la doctrina de aquellos. Se lo consi­deraba un verdadero filósofo. Pero en su espíritu halla­ban lugar no únicamente las ideas de su tiem­po, sino también las de los clásicos. Estos ejercían sobre él mucho sugestión. Los citaba a cada paso. Y hasta prefirió la estructura de los diálogos a la manera de Luciano para ex­poner sus propias enseñanzas. Por eso se lla­mó a sí mismo "el nuevo Luciano de Quito", o "despertador de los ingenios", que es preci­samente el título de la primera obra que escri­bió. El propósito que entonces alentó y que persistió a lo largo de su carrera, fue el de hacer una crítica sin contemporizaciones al es­tado intelectual de la Colonia.
El caso de Espejo es de los más únicos de nuestra América: por su ancestro, por su condición social, por sus estudios, por su labor de investigación científica, por su labor en el periodismo. Por su crítica de la educación pública y de las instituciones españolas. Por su docencia esté­tica, por su nítida comprensión de la realidad americana, por su empeño revolucionario, mantenido con el sacrificio de la propia vida, y llevado hasta los países vecinos con ánimo ejemplar, Espejo fue "una de las figuras más descollantes de la Ilustración", y sus libros "la mejor exposición de la cultura colonial del si­glo XVIII".

El pensamiento de Eugenio Espejo

La actividad intelectual de Eugenio Espejo se desarrolló en una versatilidad de facetas: aunque sobre todo se lo conoce como literato y médico, fue periodista, educador, reformador social y económico y pensador político. Hay quienes afirman que el conjunto de su obra y su pensamiento está dirigido por una frustración existencial: ser conocido como "bello espíritu". Repudiado por su extracción social, Espejo buscó el reconocimiento a través del ejercicio de las letras; pero éstas, comprendidas al igual que la medicina como una forma de servicio y de compromiso social, lo llevaron al combate por la reforma de la sociedad. Ser "bello espíritu" significó entonces un juego constante entre esconderse y mostrarse, entre usar el anonimato panfletario y firmar sus escritos.
En cuanto a sus ideas políticas, es común decir que Espejo fue el gran precursor de la Independencia del Ecuador; sin embargo, esta idea es controvertida. Por un lado están quienes afirman que vislumbró repúblicas autodeterminadas políticamente, defendió la igualdad ante la ley como base del gobierno, profesó un rabioso sentimiento antiespañol y trabó amistad con (o en otros casos tuvo influencia sobre) algunos de los mártires del primer grito libertario: Morales, Quiroga, Salinas, Juan Pío Montúfar.
Su pensamiento es una adaptación de ideas ilustradas en el entorno colonial de la Audiencia. Sus ideas promovían la igualdad de todos los ciudadanos y nacionalización de las propiedades eclesiásticas. En su ideario aparecía por primera vez la igualdad de los indigenas con los criollos y también por primera vez planteaba los derechos de la mujer.
En Ecuador se considera que fue el primero en afirmar la necesidad de una emancipación de España y en proclamar la individualidad del país y, en general, de toda America; y que sus ideas, si bien modificadas en algunos aspectos importantes, inspiraron a los revolucionarios del 10 de Agosto de 1809.
Eugenio Espejo es considerado como uno de los mayores agitadores de los planteamientos de la independencia y crítico de la Colonia. Los aportes dados por Espejo, en los distintos ámbitos contribuyeron al pensamiento social ecuatoriano, el pensamiento de Espejo promovío la igualdad de todos los ciudadanos y la nacionalización de las propiedades eclesiásticas.
En noviembre de 1791 forma “la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito”, compuesta por 25 miembros que se reunían semanalmente para discutir los problemas agrícola, educativo, político, social y analizar el desarrollo de las ciencias físicas y naturales. Sintiendo la necesidad de difundir los planteamientos independentistas, editó en 1792 el primer periódico publicado en la ciudad denominado "Primicias de la Cultura de Quito", órgano de esa sociedad y del que salieron siete números hasta el 29 de marzo de ese año.